Durante los días 10, 11 y 12 de octubre, la Serranía de Cuenca volvió a ser el escenario de nuestro encuentro anual. Un año más, Esparvel celebró su tradicional curso de micología, aunque esta vez la falta de lluvias redujo la aparición de setas. Sin embargo, ni la escasez micológica ni las nubes esquivas impidieron que disfrutáramos de un fin de semana inolvidable, lleno de naturaleza, aprendizaje y convivencia.
Nos alojamos en el Albergue Fuente de las Tablas, situado en el corazón del Parque Natural de la Serranía de Cuenca, a pocos kilómetros de la localidad de Cuenca y muy cerca del nacimiento del río Cuervo. Este paraje, rodeado de pinares de silvestre, sabinas y encinas, ofrecía el entorno perfecto para desconectar y sumergirnos en el silencio del bosque.
El albergue, integrado en un paisaje de praderas, fuentes y formaciones kársticas, nos brindó todas las comodidades necesarias: habitaciones compartidas, comedor acogedor y amplios espacios para el encuentro y la charla.
La geología que cuenta la historia del paisaje
Aunque este año las lluvias no acompañaron a los micólogos, la geología de la Serranía se convirtió en la gran protagonista. En las charlas impartidas por miembros de Esparvel, aprendimos cómo este macizo forma parte del Sistema Ibérico, modelado durante millones de años por la erosión y la disolución de las calizas.
Recorrimos barrancos, dolinas y hoces profundas, descubriendo cómo el agua, paciente y persistente, ha tallado relieves tan singulares como los de la Ciudad Encantada o el Ventano del Diablo. En Fuente de las Tablas pudimos observar de cerca los efectos del karst, ese fenómeno que convierte la piedra en escultura natural, y comprendimos cómo los suelos calizos influyen en la vegetación y, por supuesto, en la aparición de hongos.
Caminatas, convivencia y buenos momentos
Durante las rutas de senderismo disfrutamos del paisaje otoñal: los tonos ocres del rebollo, el perfume de los pinos y el rumor del agua que, aunque escasa, seguía brotando en pequeñas fuentes. No faltaron los momentos de tertulia al atardecer, los juegos, las risas y las canciones compartidas bajo un cielo despejado y estrellado.
La comida, preparada en el propio albergue, y los aperitivos ofrecidos por la organización, acompañaron un ambiente cálido y familiar, en el que veteranos y nuevos socios compartieron experiencias y curiosidades sobre el medio natural.
Más que un curso, una cita con el territorio
Aunque no encontramos muchas setas, el fin de semana fue, como siempre, una oportunidad para aprender, convivir y reconectar con el entorno. La Serranía de Cuenca nos recordó que la naturaleza no siempre responde a nuestras expectativas, pero siempre ofrece algo valioso a quien sabe mirar con atención.
Regresamos con el corazón lleno, el cuaderno repleto de notas y la promesa de volver. Porque cada otoño en Fuente de las Tablas deja una huella distinta, y Esparvel seguirá caminando entre sus pinares, aprendiendo de la tierra, del agua y de la gente que la ama.






