Dr en CC. Biológicas
El Aguila imperial ibérica (Aquila adalberti) es una de las especies más representativas de los ecosistemas mediterráneos en la Península Ibérica. Es un ave de gran tamaño, (unos 2 m de envergadura y unos 2,5-3,5 kg de peso), ligeramente menor que su congénere el Aguila real (Aquila chrysaetos). Es una especie catalogada en peligro de extinción, ya que su población mundial (en la actualidad sólo vive en nuestro país) se estima en torno a las 110-140 parejas reproductoras, distribuidas por las Comunidades Autónomas de Castilla León, Castilla La Mancha, Madrid, Extremadura y Andalucía. En Castilla La Mancha se han censado en la actualidad unas 35-36 parejas reproductoras (20 en Ciudad Real y 15-16 en Toledo), lo que representa el 27 % del total, aunque esta cifra puede fluctuar ya que puede establecerse alguna pareja nueva, o desaparecer alguna de las conocidas debido a los factores de amenaza existentes sobre la especie.
En Castilla-La Mancha, el águila imperial se reproduce en las provincias de Ciudad Real y Toledo, generalmente asociado a las principales formaciones montañosas (Montes de Toledo, unas 18 parejas y Sierra Morena, unas 17 parejas) y en menor medida a formaciones arbóreas de llanura. En otras zonas que contaban con un apreciable número de parejas (Valle del Tiétar), la especie casi ha desaparecido, debido al uso masivo de venenos que se está produciendo en los últimos años y que es especialmente grave en Castilla La Mancha.
El águila imperial construye sus nidos (grandes plataformas de ramas) en árboles. En Castilla La Mancha los sustratos más utilizados por la imperial son la encina (Quercus rotundifoliae), el alcornoque, (Quercus suber) y el pino negral (Pinus pinaster). Otros sustratos utilizados para anidar son los robles (Quercus pyrenaica), fresnos (Fraxinus spp), los olmos (Ulmus spp) , los castaños (Castanea sativa) o incluso el cerezo silvestre (Prunus avium). Elige para anidar zonas poco frecuentadas por el hombre, generalmente en fincas de caza mayor donde su presencia es respetada por los propietarios. Sin embargo, algunas parejas anidan en zonas relativamente accesibles o frecuentadas debido a la proliferación de caminos y pistas de acceso a los montes, lo que en ocasiones puede llevar al fracaso en la reproducción, sobre todo si las molestias de origen humano se realizan durante el periodo de incubación de los huevos o en los primeros días tras la eclosión.
El tamaño de puesta oscila entre 1 y 4 huevos, aunque las puestas más frecuentes son las de 2 (41, 5%) y las de 3 huevos (38.7 %) (González, 1991). No obstante, el número de pollos que llegan a volar suele ser menor, ya que tan sólo en algunas ocasiones alcanzan la edad de vuelo 3 o más pollos. En estas grandes águilas se da con frecuencia el fenómeno denominado «cainismo», que implica que el pollo menor sea picoteado por sus hermanos y reciba menor aporte de comida cuando ésta es escasa, llegando a morir de hambre. A pesar de esto, en condiciones de gran abundancia de presas, los adultos podrían llegar a criar 3 o 4 pollos, aunque este es un fenómeno bastante raro. Esto implica que existan notables diferencias de productividad (promedio de número de pollos que vuelan/nido) entre distintas zonas, lo que puede influir en la viabilidad de las distintas subpoblaciones. Otros factores, como la edad de los reproductores (adultos o subadultos), el grado de molestias humanas o la climatología pueden afectar a su éxito reproductivo (González, 1991; Ferrer, 1993).
Así por ejemplo, el valor medio a nivel nacional es de 1,36 pollos en vuelo/nido, para el Parque Nacional de Doñana era de 0,89 pollos/nido (González, 1991), aunque el número de pollos que vuelan en Doñana se ha reducido mucho más en los últimos 3 años (tan sólo 2 pollos volaron en 9 nidos en 1999). En contraste, para la zona de Sierra Morena Oriental en Ciudad Real y zonas limítrofes de Jaén, la productividad media en los últimos años fue de 1,94 pollos/nido (Castaño y Guzmán, 1995). En un seguimiento parcial de la población del Sector Centro-Occidental de los Montes de Toledo en esta provincia durante los años 1998-1999, el valor medio de productividad fue de 1.81 pollos/nido (N= 22 reproducciones controladas).
Es precisamente la relativamente alta productividad de las imperiales castellano manchegas lo que hace a su población especialmente importante para la conservación de la especie, ya que anualmente aportan un importante número de jóvenes. Si las medidas de conservación que se adopten son eficaces para reducir la mortalidad preadulta, esto puede llevar a un incremento en el número de parejas reproductoras y a la futura ocupación de nuevas zonas en las que las águilas imperiales no están presentes en la actualidad, favoreciendo así el intercambio de individuos entre poblaciones y reduciendo la probabilidad de que se produzcan problemas genéticos derivados de la endogamia.
Las águilas comienzan sus vuelos de cortejo en los meses de enero-febrero, realizando las puestas en febrero-marzo, aunque puede haber grandes variaciones según zonas geográficas y entre las distintas parejas. Los pollos nacen desde mediados de abril a finales de mayo y los primeros vuelos se producen a finales de junio, por lo que el periodo de estancia en el nido es de unos 60-70 días. Tras el vuelo, los pollos siguen siendo alimentados por los padres durante un cierto tiempo, hasta que se produce el momento de la dispersión juvenil y abandonan las áreas de cría, siendo a partir de este momento mucho más vulnerables.
En general, las águilas imperiales suelen ser respetadas en las fincas (generalmente de caza mayor) en las que anidan, en parte debido a una posición favorable de algunos propietarios y también en parte por el control realizado desde la Administración. Por ello, reviste una especial importancia la adopción de medidas de conservación en las zonas de dispersión juvenil, ya que aquí se produce una gran parte de la mortalidad preadulta, y por tanto, estas áreas son de hecho un auténtico cuello de botella para la recuperación de la especie. Este hecho ha podido ser conocido en los últimos años debido al radioseguimiento de jóvenes a los que se colocó un transmisor durante su estancia en el nido, y que ha revelado a la electrocución y al envenenamiento como las principales causas de mortalidad de las jóvenes águilas imperiales en la actualidad.
Alimentación
La alimentación del Aguila imperial es muy variada, aunque el componente principal de su dieta es el conejo Oryctolagus cuniculus, (puede suponer más del 50 % de la biomasa consumida), presa básica de los grandes depredadores en los ecosistemas mediterráneos. El águila imperial captura también otros mamíferos (liebres), aves (perdices, palomas, córvidos, acuáticas), y reptiles (lagartos y culebras) (ver tabla 1). Es relativamente frecuente (sobre todo entre las águilas jóvenes) el consumo de carroñas, lo que la hace muy vulnerable a los venenos. No obstante, los datos sobre la alimentación de las águilas imperiales se remontan básicamente a la década de los años 80 (González, 1991), antes de la aparición en 1989 de la nueva epidemia del conejo (la neumonía hemorrágica vírica), por lo en la actualidad no se dispone apenas de información sobre la capacidad del águila para adaptarse a esta nueva situación, ni en qué medida su productividad puede haberse reducido en zonas en las que la epidemia se ha mostrado más virulenta.
Datos comparativos de alimentación (frecuencia de presas en %). La primera cifra corresponde a la población del Centro Oeste peninsular, la segunda y la tercera a la de Doñana (en época de reproducción y fuera del periodo reproductor). (González, 1991)
- Conejo: 48.6 – 45.3 – 24.8
- Liebre: 7.2 – 10.3 – 2.6
- Carroña: 5.4 – 2.5 – 12.2
- Otros Mamíferos: 1.8 – 0.8 – 1.3
- Gansos: 0 – 5.8 – 40.7
- Otras anátidas: 0.3 – 8.2 – 6.2
- Ardeidas: 0.1 – 5.1 – 1.1
- Limícolas: 0.5 – 3.1 – 1.9
- Fochas: 0.1 – 5.6 – 2.2
- Galliformes: 3.7 – 1.3 – 2
- Palomas: 8.3 – 3.6 – 0.9
- Pícidos: 1.2 – 0 – 0
- Córvidos: 12.7 – 4.1 – 1
- Otras Aves: 3.2 – 1.9 – 2
- Reptiles: 6.8 – 2.4 – 0.8
- Nº de presas: 2188 – 910 – 1322
Amenazas para su Conservación.
- Tendidos eléctricos. La electrocución en líneas de distribución ocasiona la muerte de un alto número de águilas imperiales, especialmente en zonas de cría y de dispersión juvenil. Como muestra de este problema podemos citar las cifras de electrocución obtenidas en los últimos años tan sólo en la zona central de Toledo (7 aves, Calvo, 1999 y en el Campo de Montiel (14 aves, Guzmán y Castaño, 1998). Esta mortalidad puede reducirse localizando los tendidos peligrosos y modificando el diseño de los apoyos para evitar la electrocución. En zonas como el Campo de Montiel en Ciudad Real y el Valle del Tajo en Toledo, son numerosos los tendidos que ya han sido modificados para solucionar este grave problema, aunque es probable que existan todavía en ambas provincias otras zonas con alto riesgo de electrocución que no han sido aún detectadas.
- Venenos. El uso de venenos, prohibido por la Ley, se está convirtiendo en los últimos años en la mayor amenaza para la conservación de la especie, ya que puede afectar a individuos adultos o subadultos reduciendo drásticamente la capacidad reproductiva de la especie. Esta práctica ilegal es en gran medida responsable de la disminución de la población de águila imperial en el Valle del Tiétar, en zonas de Sierra Morena en incluso en el propio Parque Nacional de Doñana, en el que su población ha descendido drásticamente desde unas 15 parejas en 1995 a tan sólo 9 en la actualidad.
- Alteración del hábitat (deforestación, incendios, caminos y otras infraestructuras). Estos tipos de cambios en el hábitat pueden disminuir las zonas con características favorables para la nidificación y alimentación de la especie. El mayor acceso de personas a las zonas mejor conservadas de nuestros montes puede incrementar el nivel de molestias en periodos críticos de la reproducción (fases de puesta e incubación). Los trabajos forestales realizados durante la época de nidificación pueden provocar el abandono de los nidos. Aunque parezca increíble a estas alturas, y a pesar del teórico control realizado por la Administración, hemos podido constatar en los 4 últimos años, tanto en Ciudad Real como en Toledo, la realización de trabajos forestales (cortas, podas, aclareos) en plena época de nidificación, a distancias inferiores a 1 km de nidos ocupados.
- Reducción de la disponibilidad de presas, a causa tanto de las ya citadas alteraciones del hábitat, como de enfermedades (por ej. en el conejo: mixomatosis y neumonía hemorrágica). Los cambios de usos cinegéticos de caza menor a mayor provocan una fuerte disminución de las poblaciones de conejo, lo que sin duda puede afectar muy negativamente a la productividad de las águilas, y por tanto a sus posibilidades de recuperación. La proliferación de urbanizaciones de viviendas de segunda residencia disminuye igualmente la superficie de las zonas aptas como cazadero, a la vez que estas urbanizaciones suelen ir acompañadas de otras infraestructuras (carreteras, líneas eléctricas) que pueden también afectar negativamente a la especie.
- Persecución directa: muerte por disparo o en cepos. Por desgracia, la escasa cultura y la concepción de la caza como un mero negocio económico de algunos gestores de cotos y cazadores, puede acabar ocasionalmente con la vida de alguna de nuestras águilas, aunque afortunadamente, este tipo de conductas son cada vez menos frecuentes. Como triste ejemplo, podemos decir que hace apenas un año, un águila imperial adulta marcada con radioemisor en 1990 en el Sistema Central fue abatida por disparo en los Montes de Toledo, en las proximidades de Consuegra. Respecto a este problema se impone la adopción de medidas orientadas hacia la educación ambiental en las comarcas donde viven las águilas, para desterrar la imagen que todavía para algunos conservan de «alimañas» dañinas para la caza. Además de favorecer la concienciación de la población, la Administración medioambiental debe cumplir con sus funciones de vigilancia y de denuncia de posibles infracciones, sancionando con todo rigor a aquéllos que atentan contra la conservación de nuestro preciado patrimonio natural.
Bibliografía.
Calvo, J.A (1999). En 6 años murieron más de 800 rapaces electrocutadas en Toledo Quercus, 157: 54-55.
Castaño, J.P y J. Guzmán (1995). Aspectos sobre la reproducción de Aquila adalberti y Aquila chrysaetos en Sierra Morena Oriental. Ardeola 42(1): 83-89.
Ferrer, M. (1993). El Aguila imperial. Ed. Quercus. Madrid.
González, L.M. (1991). Historia Natural del Aguila Imperial (Aquila adalberti). Serie Técnica. ICONA. Madrid.
Guzmán, J y J.P Castaño (1998) Electrocución de rapaces en líneas eléctricas de distribución en Sierra Morena Oriental y Campo de Montiel. Ardeola 45 (2): 163-171.
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