por Pedro Pedreño.
Cae la tarde en el encinar y ya están las ciervas a la sombra de los árboles más tupidos. A lado en el claro, como un ruedo despejado de pasto por la trilla de las reses, destaca el comedero aún vacío de alfalfa. A lo lejos otro y otro, y la escena se repite a cada loma que la vista logra alcanzar; más allá en el horizonte, árboles, tierra y animales parecen confundirse como una mancha nebulosa, como un sueño, que se mueve al unísono, un borrón del paisaje entre la calina y el bochorno del sol cada vez más bajo.
Arriba dos puntos insignificantes ciclean hasta condersarse en dos motas casi invisibles, apenas reconocibles si no es por el canto que una de ellas emite, tan ibérico como lo es la negrura de un buitre en la copa de un alcornoque, y que los naturalistas españoles llevan dentro; la pareja de águilas imperiales trasponen la raya de la sierra y desaparecen umbría abajo por los dominios del robledal.
A este lado de la valla el observador ya sólo puede imaginar sus cabriolas en el aire; tal vez una de ellas en el posadero junto al pastizal que los robles todavía no han invadido del todo tras la última corta después de la guerra. El nido se esconde en un barranco de esa línea de lomillas que parecen una réplica en miniatura, la antesala de la sierra y que son parte de los piedemontes. El naturalista que es un furtivo de imágenes y aromas lo sabe porque primero conoció los pasos del guarda y tal vez así se hizo más emocionante el viaje. Grandeza y miseria del campo español, tener que ver tras la reja cuadriculada una naturaleza de retazos y retales a golpe de linde. Pero saltémosla, avivados por la curiosidad que ésta impone al cortar el camino al viajero, adentrémosnos por entre valles y horcajos para conocer lo que trata de esconder, este rincón verde que es Sierra Madrona, esta isla frondosa en medio de la reseca llanura manchega.
Situación geográfica
Los relieves que conforman las Sierras de Alcudia están situados en la mitad meridional de la meseta castellana y constituyen las alineaciones más septentrionales de Sierra Morena. Con una orientación NW-SE y partiendo de la confluencia entre las provincias de Badajoz y Ciudad Real, bordean esta última en el límite con las de Córdoba y Jaén. Es en pleno corazón de este macizo montañoso donde se levantan los picos de Sª Madrona, oscilando las cotas en torno a los 1200-1300 m. en su parte central para ir decreciendo hacia el W y el E. A veces los desniveles alcanzan más de 800 m. por lo que se ofrece así un paisaje de orografía bastante removida; el más abrupto de esta unidad geomorfológica.
La delimitación exacta de Sª Madrona depende de la escala del mapa que se consulte, si bien los geógrafos Ferreras y García (1) incluyen dentro del topónimo a la sierra de La Garganta, Hornilleros, Navalmanzano, Quintana y Rebollera. Por nuestra parte, teniendo en cuenta características de orden biogeográfico, ampliamos los límites a un área de unos 400 km2 y que abarca desde el Valle de San Juan en el sector más occidental hasta Rebollera en las cercanías de la sierra de San Andrés y Despeñaperros.
Una mirada al relieve y la geología
Dentro de la estética del paisaje, la orografía cobra un lugar destacado y desde este punto de vista Sª Madrona encierra una belleza tanto intrínseca como extrínseca. Rodeada de penillanuras cubiertas por negros encinares, resulta la mole de Madrona un parón para la vista, un descanso en el viaje para admirar sus cumbres y hacer historia natural al interpretar en sus laderas, la evolución de un paisaje que luego la gravedad arrastró aguas más abajo. Pistas colgadas ante los ojos del experto, aquí el geomorfólogo sentado en la parte cordobesa y dominando la vertiente sur de la sierra se maravilla ante las salidas, los conos de deyección por los que se parieron las tan discutidas como interesantes rañas pliocuaternarias. Como un manto fosilizante rasgado por los jóvenes ríos y arroyos, las rañas guardan formas y relieves que fueron otra historia, que nos hablan de otro tiempo. Montes adentro la red de drenaje profundamente encajada ha cincelado el relieve abriendo amplios pero recogidos valles, algunos de ellos tapizados aún de viejos bosques como son el Valle de San Juan, de La Garganta, Cereceda, Valmayor y Robledillo. En otros casos, cuando los ríos cortan los paquetes de cuarcitas perpendicularmente, los valles se ofrecen angostos, muy abruptos, rincones recluidos casi intransitables de los que son dos ejemplos sobresalientes los de los ríos Montoro y Frío.
Por aquí corre la divisoria de la cuenca del Guadiana a la que pertenecían antaño todos estos afluentes, pero la existencia de una serie de fallas transversales a los pliegues, posibilitó que la red de drenaje del Guadalquivir capturase algunos de los cursos de agua en principio tributarios del primero. De esta forma «el río de las Yeguas captó las aportaciones que siguen discurriendo al pie de Fuencaliente y que en tiempos seguían hacia las rañas de Conquista, como hoy lo hacen, hacia el sur» (2).
Predominan en Sª Madrona los terrenos antiguos cuya cronoestratigrafía va desde el Precámbrico hasta el Carbonífero y constituidos litológicamente a base de pizarras, cuarcitas, esquistos, grawacas y algunos conglomerados. Tectónicamente la región se caracteriza por la sucesión de una serie de anticlinales y sinclinales con arrumbamiento hercínico, los cuales se encuentran fracturados dando lugar a importantes saltos de falla. En las partes altas como las cresterías o a media ladera donde las pendientes son fuertes, los suelos que encontramos son litosoles y regosoles eútricos. Bajo los farallones de cuarcitas pueden aparecer luvisoles (suelos relícticos que se formaron en épocas bajo condiciones diferentes a las actuales, por lo que su pérdida por desforestación sería irreversible),sobre los que se asientan los melojares y muy puntualmente, en lugares muy lavados y ocupados por brezal, dominan algunos cambisoles dístricos, (a veces se localizan incipientes procesos de podsolización). Allí donde la hidromorfía es bien patente y el nivel freático es superficial de forma constante aparecen pequeños rodales de luvisoles gleycos. En los piedemontes los suelos están mejor coservados, aquí los luvisoles crómicos soportan a los mejores alcornocales de la zona junto con los cambisoles y regosoles eútricos de las rañas.
Flora y Vegetación: El Paraíso de la Fitosociología
Tal vez sea el rico dosel forestal que cubre laderas y valles o los espesos bosques en galería de alisos y fresnos,lo que primero llame la atención del viajero que apenas si vislumbra al escoger desde el Valle de Alcudia y dirección sur, cualquiera de las tres carreteras que cruzan Sª Madrona.
La complejidad del relieve con importantes desniveles y sus altas cotas, si se comparan con el resto de Sierra Morena, conforman una diversa gama de microambientes a la vez que actúan como una pantalla interceptando las masas de aire que con procedencia W y SW son las que proporcionan el grueso de las lluvias. Estas masas de aire al toparse con el escalón que supone Madrona son retenidas y elevadas, lo cual conlleva su condensación por enfriamiento adiabático y la consiguiente descarga que en algunos puntos concretos sobrepasa los 1000 litros. Actúa este macizo como una auténtica esponja, de ahí la abundancia de fuentes, nacederos y chorreras. Igualmente las nieblas son otro de los fenómenos climáticos a tener en cuenta por la frecuencia con que aparecen y su implicación en el microclima regional; favorecen la aparición de especies dependientes de ambientes umbrosos. Estos factores físicos son pues los reponsables de la singularidad que presentan sus comunidades vegetales y la flora asociada, entre los que cabe resaltar la existencia de endemismos propios como por ejemplo Lutera longirrostra o Digitalis purpurea ssp marianica, (de las 761 especies y subespecies registradas, el 19,84 son endemismos ibéricos e íbero-norteafricanos (3), y la entrada de ciertos elementos subatlánticos, lo que nos indica a pesar de su escasa representación, 5,5 % del total de la flora (3), la acusada influencia oceánica existente. No es de extrañar por tanto que Rivas Goday refiriendose a Sª Madrona tituló su artículo «Islas atlánticas en pleno dominio de flora mediterránea».
Dentro de la provincia corológica Luso-Extremadurense, pertenece Sª Madrona al sector Marianico-Monchiquense, más concretamente al distrito Mariánico Oriental. Aunque el piso bioclimático predominante es el mesomediterráneo, a partir de los aproximadamente 1000 m. se deja sentir la influencia del supramediterráneo. Aquí se localizan los melojares con mostajo y arce de Montpellier, a veces pequeños rodales de cerezo silvestre o unos cuantos pies aislados de serbal morisco (4) y serbal de los cazadores, especies propias del norte de España y que debieron encontrar aquí refugio cuando las condiciones eran menos xéricas que las actuales. Distribuidos preferentemente por laderas con exposición norte y bordeando las cimas y los canchales de las solanas, estos robledales están considerados por su extensión como los más importantes y uno de los más meridionales a nivel mundial. Merecen especial mención el Robledo de las Ollas del Puerto en la sierra de Fuencaliente, los de sierra Quintana, valle del Cereceda, umbrías de Valmayor, valle de La Garganta (quizá el bosque más maduro y mejor conservado de toda Sierra Morena con robles y quejigos centenarios), y las vaguadas no ocupadas por repoblaciones de Pinus pinaster en las sierras del Nacedero y Sª Madrona propiamente dicha. A altitudes inferiores aparecen los melojares mesomediterráneos acompañados de madroños y durillos, donde no es raro que los robles estén hibridados con quejigos a medida que descendemos de altitud para pasar a quejigares más o menos puros. Como elementos subatlánticos cabe destacar a Teucrium scorodonia, Arenaria montana, Lathyrus linifolius y Physospermum cornubiense entre otros. En las zonas higroturbosas se localizan Hypericum undulatum, Carum verticillatum, Sibthorphia europaea alternando con pequeños y escasos rodales de Erica tetralix o el puntual Myrica gale el cual presenta aquí su distribución más meridional (4).
En barrancos y fondos de valles dominan las viejas y umbrosas alisedas salpicadas esporádicamente por algún ejemplar de Frangula alnus. Aquí los helechos, con casi veinte especies, encuentran su óptimo ambiental; en los tramos más frescos y resguardados de la insolación, las orillas de ríos y arroyos estarán recubiertas por un bello dosel de helechos reales, Osmunda regalis y si algún paredón se cruza, tal vez tengamos suerte y topemos con el más escaso Blechnum spicant.
Bajan estas alisedas laderas abajo como auténticos cinturones verdes para adentrarse, ya mezcladas con fresnos y sauces, en pleno dominio de los negros alcornocales y encinares. En las solanas más altas o en las umbrías de los piedemontes y tramos medios de los valles se encuentra bien representada la serie mesomediterránea del alcornocal, cuyo estrato arbóreo a base de quejigos y alcornoques mantiene un alto grado de cobertura, lo que permite la existencia de un sotobosque rico en durillos, ruscos y helechos comunes. En las partes altas el alcornocal presenta una faciación mesófila con el roble melojo (5) en tanto que en las partes bajas y más xéricas contacta con los encinares con piruétano mesomediterráneos que, iniciandose en las rañas, se extienden y constituyen la serie dominante de las penillanuras adyacentes a Sª Madrona, como es el caso de Los Pedroches y Valle de Alcudia. Los primeros estadios de degradación de estos dos últimos ecosistemas darán los típicos madroñales en las partes más frescas y en general los montes de matorral con más o menos abundancia de arbolado y que en Madrona suponen el 21,27 % de la superficie total (3).
Otro apartado de interés que merece cierta atención es el referente a los líquenes. Una vez más estudios recientes (6) han puesto de manifiesto la singularidad e importancia de Sª Madrona en el contexto provincial e incluso a nivel nacional. Por un lado la ausencia de contaminación ambiental permite la aparición de especies muy sensibles a pequeñas concentraciones de contaminantes, de otro, la existencia de microclimas oceánicos relícticos con formaciones boscosas maduras y bien conservadas, favorecen el asentamiento de comunidades liquénicas climácicas. Según estos trabajos aún no concluidos, de los poco más de 100 taxones encontrados, 100 constituyen la primera cita provincial con especies propias del norte peninsular, 3 son primeras citas nacionales con especies que sólo viven en Gran Bretaña y uno de ellos, Mycocalicium victoriae, exclusivo de Australasia y Canarias, es primera cita para el continente europeo.
La Fauna
Son escasos los estudios realizados hasta la fecha sobre el medio físico o la vegetación asociada al mismo, pero el conocimiento de la fauna pasa por ser la gran laguna de Sª Madrona. Salvo algunas citas y trabajos de tipo censal referentes a especies concretas, no existe ningún estudio que se ocupe de las comunidades en su conjunto. La obligatoriedad hoy día de llevar a cabo planes de manejo de las especies vulnerables, está poniendo en conocimiento el status tan precario que atraviesan las mismas, algunas de ellas prácticamente extinguidas como es el caso del lobo. El poco interés científico de los atlas de distribución, pero tan necesarios para el control y conservación de las poblaciones más amenazadas, tal vez sea la causa.
Respecto a los invertebrados, tal vez el grupo zoológico que más sorpresas puede dar Sª Madrona, sería interesante realizar estudios sobre los bioindicadores acuáticos y de esta forma a la vez de conocer la composición de sus comunidades, servir de valoración acerca del grado de conservación de las cuencas. Al escogerse especies dependientes de aguas oxigenadas y poco contaminadas, estas sierras ofrecen un escenario de gran interés antes que las irregularidades climáticas conviertan los arroyos de aguas permanentes en cursos intermitentes. Tan sólo un estudio al respecto efectuado durante los años 83-84 en el río Yeguas y algunos afluentes de su cabecera, puso de manifiesto su importancia por los altos valores de riqueza y diversidad encontrados, comparables estos resultados a los que se obtienen en ríos del norte de España (7).
Dentro de los vertebrados, son los peces, los quirópteros y los micromamíferos los grupos de los que se tiene menos información. Por sus características, Sª Madrona ofrece hábitats idóneos para estos taxones, especialmente para los murciélagos. La existencia de bosques maduros con viejos árboles así como el abandono del campo y la consiguiente disponibilidad de viviendas abandonadas, galerías de minas o bien cuevas y abrigos naturales, hacen de Madrona un lugar de interés para estos mamíferos cuyas poblaciones se están viendo mermadas en los últimos años.
Las Sierras de Alcudia, como espacio eminentemente forestal, suponen una isla con respecto a los extensos encinares adehesados que las rodean. Estas comarcas adehesadas van a presentar diferencias bien patentes a nivel intercomarcal, pero queda lejos esta panorámica de carácter unitario cuando se contemplan otros aspectos, puesto que no existen barreras biogeográficas importantes que permitan su aislamiento. No obstante, pese a la inexistencia de unos límites inexpugnables para el grueso de la fauna (p.ej.: en el trasiego entre dormideros-comederos durante la invernada del milano real en los encinares, Sª Madrona sí supone una barrera), las alineaciones de Alcudia van a suponer dos apreciaciones de carácter biogeográfico a tener en cuenta; por un lado especies cuya distribución durante parte de su ciclo de vida va a verse influenciada por estos límites, y por otro, especies que necesitan tanto los biotopos que ofrecen las penillanuras como estas sierras circundantes, y de este modo satisfacer así el total de necesidades impuestas por su propia biología.
Aves
Un total de 19 especies de aves rapaces utilizan las Sierras de Alcudia como lugar de nidificación de las cuales algunas de ellas extienden sus cazaderos sobre las rañas y dehesas adyacentes. Esta cifra es alta teniendo en cuenta que supone casi el 83% de las que crían en España, por ello se declararon a estas sierras como zona de especial protección para las aves (ZEPA), aunque sólo sea para anunciarlo plantando varios carteles en las carreteras. En el siguiente cuadro se especifica el estatus poblacional de las especies mejor conocidas de Sª Madrona (en algunos casos son estimaciones):
- Gyps fulvus (buitre común): 7 colonias (80 parejas reproductoras)
- Aegypius monachus (buitre negro): 1 colonia (75 parejas reproductoras)
- Neophron percnopterus (alimoche): 4 parejas reproductoras
- Aquila chrysaetos (águila real): 3-4 parejas reproductoras
- Aquila adalverti (águila imperial): 6 parejas reproductoras
- Hieraaetus fasciatus (águila perdicera): 2-3 parejas reproductoras
Mamíferos
Respecto a los mamíferos tenemos conocimiento de un mínimo de 37 especies en Sª Madrona (65% del total de mamíferos ibéricos), cifra que se elevaría si se conociesen con detalle las poblaciones de quirópteros y micromamíferos.
Especies extinguidas:
- Ursus arctos (oso pardo). Según el Libro de la Montería de Alfonso XI (8) existían importantes cazaderos durante el siglo XIV en zonas hoy día tan antropizadas como Los Pedroches. La ausencia de citas oseras en áreas cercanas más escabrosas como Sª Madrona bien pudiera ser, como atestiguan López Ontiveros et al. (9) en su estudio del citado libro, debido en gran parte a la más fácil constitución de los cazaderos en tierras señoriales que en las de realengo. Es esperable por tanto que los últimos osos debieron pervivir refugiados en Sª Madrona. Desconocemos hasta que siglo estuvieron presentes, siendo difícil que haya registros y archivos municipales que lo atestigüen. Parece ser que por lo menos hasta el siglo XVI hubo presencia de osos (Tesis).
Especies en situación crítica:
- Canis lupus (lobo). Los escasos individuos que es posible perduren en las sierras de La Garganta y Madrona mantienen una población inviable, (según un estudio realizado por investigadores del MNCN, no se han encontrado indicios de su presencia en los últimos años). Al no desaparecer las causas de su enrarecimiento se puede decir que la especie está prácticamente extinguida.
- Lynx pardina (lince ibérico). Esta especie ha sufrido un fuerte retroceso en los últimos veinte años a causa de la disminución del conejo y el furtivismo. Tan solo existe una exigua población en la finca de La Garganta separada del núcleo de Andújar por terrenos conflictivos.
Especies en expansión no sometidas a manejo humano:
- Vulpes vulpes (zorro). Especie que se beneficia con la fragmentación de los hábitats impuesta por el hombre, la proliferación de basureros no controlados y la desaparición de sus predadores potenciales.
- Sus scrofa (jabalí). En gran parte causas similares a la especie anterior.
- Herpestes ichneumon (meloncillo). En los últimos quince años su área de distribución ha experimentado cierta expansión fundamentalmente a consecuencia del abandono de zonas cultivadas.
Especies reintroducidas recientemente:
- Ovis musimon (muflón).
- Capra pyrenaica (cabra montés ibérica). Existen núcleos autóctonos (10)
Reptiles y amfibios.
Pese a desconocerse en gran medida su situación actual, un mínimo de 20 especies de reptiles se distribuyen por Sª Madrona frente a las 47 que constituyen la fauna íbero-balear (11). Con 14 especies, los anfibios suponen poco menos del 60% del total para la Península Ibérica y el 100% de los presentes en la provincia de Jaén (12).
Especies más escasas:
- Emys orbicularis (galápago europeo)
- Chalcides bedriagai (eslizón ibérico)
- Chalcides striatus (eslizón tridáctilo)
- Psammodromus hiapanicus (lagartija cenicienta)
- Lacerta schreiberi (lagarto verdinegro ¿?). Endemismo ibérico con marcada distribución atlántica. Existe una pequeña población en las proximidades de Despeñaperros, lo que hace suponer, por la cercanía y similitud de hábitats, que pudiera localizarse en melojares de Sª Madrona.
- Triturus boscai (tritón ibérico).
- Hyla arborea (ranita de San Antón).
La acelerada destrucción de Sierra Madrona
Hace poco más de 15 años varios ingenieros agrónomos, paradojas tiene la vida, advirtieron de los peligros que acechaban a Sª Madrona, especialmente a sus bosques (13). Desde entonces los peligros no solo se han incrementado sino que ello se ha traducido en importantes transformaciones que han perjudicado seriamente a la vegetación y la fauna en general.
Históricamente la comarca ha sufrido el impacto humano desde muy antiguo pues la abundancia de agua, pesca, caza y abrigos naturales propició el asentamiento humano al menos desde el neolítico, prueba de ello es la enorme cantidad de pinturas rupestres que hay repartidas por la zona, muchas de las cuales son desconocidas por el público. Como hitos históricos que más han debido influir en el paisaje de estas sierras cuentan la intensa actividad minera desarrollada desde época preromana(14), la apertura de caminos importantes como por ejemplo el que iba de Córdoba a Toledo, de crucial importancia en la aparición de ventas y posteriores núcleos urbanos, y las desamortizaciones en el siglo XIX y sus consiguientes cambios en cuanto a intensificación de las actividades ganaderas y agrícolas. A mediados del presente siglo las repoblaciones forestales a base de pinares fundamentalmente robaron un terreno a robles y quejigos que hoy día abarca una superficie bastante considerable, aunque con posibilidades de regeneración y recuperación de las especies autóctonas a corto plazo.
Pero es en el periodo que va desde principio de los años 60 hasta los 80 cuando se produce el acontecimiento de mayor trascendencia en relación a la conservación de Sª Madrona y que ha supuesto el más grave impacto ambiental perpetrado hasta la fecha: el latifundismo cinegético y la pésima gestión desarrollada por los terratenientes amparados por la Administración y demás poderes públicos. Aprovechando el éxodo rural y la cultura del pelotazo los nuevos ricos, en su mayoría gente de las finanzas, se hicieron con terrenos a bajo precio para reunir bajo una misma linde miles de hectáreas. Como tantos otros lugares de Sierra Morena, de los Montes de Toledo o en general de la mitad sur de España, las mejores manchas se han convertido en una inmensa granja, en un criadero de ciervos y perdices.
El trasiego de reses que antaño se producía hacia los lugares más frescos en verano o con la llegada del otoño desde los montes menos productivos a los de buena montanera desapareció con la instalación de los vallados cinegéticos, que si al menos cumpliesen la actual ley vigente permitirían el trasiego de la fauna no cinegética, lo cual no es el caso para los grandes latifundios.
Cientos de millones se invierten todos los años para el acondicionamiento de las fincas y el mimo de las especies estrella; apertura de pistas para acceder a todos los rincones con los todoterreno, no importa que haya aquí una buitrera o un monte donde se han visto los linces. El resultado es impactante si se comparan fotografías aéreas y se ve sobre la mesa el antes y el después; sobre el fondo de ocres impuesto por el efecto de la sobrecarga ganadera (fundamentalmente ciervos) en la vegetación, aparece como un mosaico reticular la malla de caminos. Pierde el campo fragmentado artificialmente el aspecto de soledad, inherente a los escasos parajes sin trazas de actividad o presencia humana, ese elemento que constituye uno de los valores estéticos paisajísticos más sobresalientes y se pierde así la tranquilidad tan necesaria para las especies vulnerables. Pero el control queda asegurado y de esta forma se puede colocar una raya de escopetas en la reolla más escabrosa o se puede llegar con el coche cargado de cebos envenenados o lazos y sembrar con la muerte el rincón más apartado. Resulta más que conmovedor que hasta hace muy poco tiempo en las fincas de Sª Madrona se le pagase todavía a los guardas a razón de patas de rapaces cortadas y presentadas ante el administrador o que en estos momentos un lince esté agonizando bajo una jara deshilachada porque al cruzar la vereda se topó con una linea de lazos o porque durante su campeo terminó en una caja-trampa.
El resto de infraestructuras se completa con la construcción de embalses para afrontar los meses de estío, capturaderos para el manejo de los grandes ungulados, comederos de alfalfa o maiz para ciervos y jabalíes y un largo etc. Cada año se le siembra a los venados grandes parcelas de avena y así engordan los trofeos y los bolsillos del propietario que percibe la subvención por daños y perjuicios de las reses a las siembras. Forma hoy parte de nuestros campos, que ni son nuestros ni son ya campos, la imagen doméstica y aberrante, impensable ayer, de una piara de jabalíes tras el Land Rover que les vierte el maiz; el guarda se baja ahora y los aparta para que no le estorben como quien se quita una mosca de encima. No es precisamente bravura y sorpresa lo que buscan los nuevos monteros.
Pero si de atenciones se trata la palma se la lleva la reina de la caza menor: la perdiz. Todo es poco en cuidados con tal de satisfacer los gustos del ojeador más exigente, desde los regueros de trigo camino adelante hasta los cientos de bebederos puestos a punto cada semana por el empleado, desde la suelta de miles de perdices tres días antes del ojeo o la colocación de varetas de jara en las alambradas para que no se estrellen las mansurronas, a la construcción de chozas para que se protejan de los predadores o la eliminación sistemática de éstos con cualquier método pensable.
Existe una correlación, por otro lado obvia, entre los miles de hectáreas que se agrupan bajo una misma linde y los delitos ecológicos que se producen en ella. En este sentido La Garganta en pleno corazón de Sª Madrona pasa por ser la finca privada más extensa de España, con 13.504 hectáreas (15) y una de las más problemáticas. Sus valores paisajísticos, botánicos y la riqueza de fauna en peligro de extinción (3 parejas de águila imperial, águila real, perdicedera, colonias de buitre negro y común, cigüeña negra, lobo, lince…) la convierten en una de las joyas de Sª Madrona. Esta finca es adquirida durante las desamortizaciones en el siglo XIX por la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, comprándola en 1971 la empresa Villamagna, S. A:. Filial de Unión de Explosivos Rio Tinto. Su historial en desastres ecológicos se remonta allá por los años 40-50 cuando la citada Sociedad repobló grandes extensiones de terreno con pinos y eucaliptos para la obtención de madera utilizable en las minas. Eran tiempos en los que como una oleada se sucedieron las campañas de extinción de alimañas y La Garganta no escapó de las masacres; hasta 5 linces se llegaron a ver por aquel entonces colgados bajo un mismo árbol, nos asegura un guarda ya jubilado. A principios de los 80 la finca es adquirida por una fundación de derecho público del Estado Federal de Baviera y se utiliza únicamente como lugar de recreo, dando todos los años varias monterías y algunos ojeos a los que se accede por invitación pues los puestos no se venden. Si se pudiera acceder al pozo minero que ubicado en medio de La Garganta sepulta a los cientos de cadáveres de los predadores, las imágenes hablarían por sí solas.
Todos estos atentados provienen del caciquismo imperante y de éste procede el otro gran problema ligado al mismo: el de tipo social. Los caminos de uso público son cortados con cadenas y candados entre otras cosas para evitar que se conozcan tales hechos y los que no se cortan están vigilados por guardas con rifle en ristre. Se niega el paso incluso en casos de extrema necesidad como le ocurrió a un vecino de Minas de Horcajo que no pudo asistir a una cita médica porque el guarda le amenazó con el arma. Este pueblecito se halla rodeado o mejor dicho enjaulado por las alambradas de La Garganta. Llegó a tener hasta 6000 habitantes cuando las minas de plata estaban en su apogeo, pero una vez que estas se cerraron en 1963 la población emigró hasta quedar en la actualidad con tan solo varias familias residentes todo el año. Su futuro es incierto ante el acoso impuesto por La Garganta y la poca atención recibida desde el ayuntamiento de Almodóvar del Campo, del que es pedanía, y que parece estar bajo las órdenes de la finca.
Tal es la envergadura del problema que durante los últimos años han aparecido numerosos artículos, notas de prensa y algunos documentales televisivos, los cuales han pregonado los delitos sociales y ecológicos acaecidos en los últimos años. Pero la censura sufrida por los mismos, así como el hecho de conocer solo parte del problema a causa del impedimento impuesto por la extrema vigilancia, dejan entrever nada más que la punta del iceberb.
¿Porqué se permiten este tipo de cosas? En estas fincas y especialmente en La Garganta se dan cita la realeza y nobleza europea así como altos jefes de Estado y de la administración, en la mayoría de las ocasiones bajo el máximo secretismo. Cuando estos personajes parten tras varios días de rececho, apenas imaginarán que aquí quedan unas gentes y unos campos envueltos en las penalidades de cada día, los nuevos santos inocentes, penalidades impuestas por el administrador que tiene vía libre para hacer y deshacer a su antojo.
Bibliografía
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